Destino enadenado
Autor: hanachan
Capítulo 10
Anuncios inesperados
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Misaki salía de rendir aquel dichoso examen de ingreso. Sentía un estrés mental insuperable, ya que los últimos días no había dormido nada.
Luego de aquella reunión en su casa, afortunadamente, no había vuelto a ver a Usami Akihiko otra vez. Habían pasado dos semanas desde entonces.
Miró a un costado, asombrado de aquel lugar, pues era enorme y estaba cerca de las zonas más caras de Tokio. No muy lejos de allí estaba la plaza en la que había conocido a Keiichi, que es a donde se dirigiría.
Había que hacer un brindis después de tanto esfuerzo.
Al acercarse al portón principal de la universidad notó a lo lejos una figura moviendo los brazos en un amistoso saludo. Entrecerró los ojos hasta comprender que se trataba de su sempai. Apuró el paso y luego comenzó a correr hasta llegar a donde estaba.
— ¿Qué haces aquí? Creí que nos veríamos en la plaza de siempre…— preguntó ni bien llegó, provocando una risa en Keiichi.
— Me puse ansioso y vine aquí directamente. ¿Cómo te ha ido?
—No estoy seguro pero creería que bien. Eso espero…—suspiró.
— ¿Quieres comer algo o prefieres ir por unas rubias?
— ¡Comida! No he probado bocado al despertar por los nervios, pero muero de hambre. Si tomo algo de alcohol ahora, creo que terminaré ebrio— rió, aceptando su poca tolerancia.
— Bien, vamos — le tomó la mano, guiándole hacia donde había dejado su auto.
Hacía poco había comenzado a hacer eso y Misaki se sentía incómodo. Quería soltarse, pero a la vez le agradaba el contacto. Le hacía sentir como un niño pequeño siendo arrastrado por su hermano mayor. Pero el problema era que no era un niño, ni Keiichi su hermano.
Misaki se guardó cualquier comentario que volviere a hacer incómoda la compañía, pues no era algo que soportase. Keiichi era el único amigo que le quedaba. O al menos el único con el que pudiera hablar tan normalmente.
Después de aquel ‘accidente’ no había vuelto a ser el mismo.
Su vida había vuelto a ser rutinaria, podía hacer cosas normales como ir en metro o hablar con gente e incluso tocar a las personas sin comenzar episodios de pánico, pero desde ese entonces ya no podía expresarse con facilidad. Hacía un gran esfuerzo, pero le era imposible.
El único que sabía y con quién podía llorar a moco suelto era Keiichi. Y por eso mismo Misaki se le había pegado tanto; podía disfrutar de su compañía y sentirse seguro a su lado. Era casi como un segundo hermano mayor. Uno que lo consentía muy seguido.
Se subieron al auto, perdiéndose por las calles congestionadas de la ciudad.
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— ¿Me ha llamado? —Takahiro entró a la oficina del director de su sección- la de finanzas-. Notó sobre el escritorio su legajo y su curriculum vitae, haciendo saltar una alerta en su cabeza “¿Me van a despedir?”, se preguntó, preocupado.
—No te exaltes, no es lo que cree— le calmó el director, un hombre en sus cuarenta y tantos vestido de traje y muy bien cuidado. Respiró profundo y se aceró al imponente escritorio.
>>Siéntate y relájate. Creo que te gustará lo que tengo que decirte— finalmente se calmó y tomó asiento. “¿Para qué me ha llamado?”— Te debes estar preguntando para qué te hice venir, ¿o me equivoco?
— ¿Cómo…?
— Lo tienes escrito en la cara— sonrió—. Como bien sabrás en un par de meses se retirará el gerente de las oficinas centrales en Bangkok y el elegido para suplir el puesto es el supervisor de Hokkaido. El puesto en Hokkaido ha quedado disponible y se están seleccionando los posibles candidatos para el puesto que dejará disponible.
— Pero usted…
—Déjame terminar. Inicialmente, el puesto se me ofreció a mí, pero mírame. Ya estoy viejo y tengo mi familia asentada en Tokio. Dentro de poco tendré nietos. Es necesaria sangre joven que tenga la pasión que se requiere para sacar a flote una sucursal tan grande que provee toda el área del norte del país. Es por eso que he estado haciendo controles en la planta y he decidido que entre todos, tú eres el que está más capacitado para asumir la posición. ¿Qué me dices?
— Con todo respeto, señor, esto es un halago, pero deberé de pensarlo un poco mejor.
—Si esto es por tu hermano, se bien de tu situación, pero el chico que cuidabas ya ha crecido. Es un hombre. Creo que tú tienes las capacidades para hacer carrera, y no deberías desaprovechar la ocasión. Antes de negarte, piénsalo y dame una respuesta antes del fin de semana y espero que sea una positiva. Ahora sí, siéntete libre de retirarte.
— No es eso, jefe— Takahiro tragó saliva. Ese hombre era intimidante a pesar de su amabilidad. Aunque más que amable, era un hombre políticamente correcto—. Pronto me casaré y debo discutirlo con mi pareja.
— Con más razón. Antes de que tengan hijos, deberías ascender y tener a tu hijo con un sueldo más cómodo, ¿no crees?
— Lo pensaré, jefe. Ahora s me disculpa, me retiraré.
Aquellas palabras lo habían dejado pensando. “Tal vez tenga razón. Ésta no es una oportunidad que se presenta todos los días. Llevo años esperando ser ascendido. Creo que hablaré con Kana sobre esto… ¿Qué dirá Misaki?”
Sacó el celular y miró la hora. “Ya debe haber salido del examen. Espero le haya ido bien”.
Tomó aire. “¿Qué pensará él? Se ha preparado mucho para el ingreso, por lo que dudo que quiera irse… Ah, mierda… Tendré que hablar con él también”
Se dirigió al baño de hombres y se refrescó un poco la cara con agua. Repentinamente se sentía cansado y ansioso. Sonrió a su reflejo en el espejo y se sintió orgulloso de sí mismo. Un calor extraño se sintió en su estómago, probablemente los nervios.
¿Qué hacer? ¿Qué hacer?
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Los días pasaban lentamente para Akihiko. Sus trabajos se volvían cada vez más sombríos y trágicos. Un éxito literario en el que había una crítica a la vida al amor y a todo aquello que tanto había adulado tiempo atrás.
No había logrado comenzar la historia que había comenzado a planear días antes de la visita a Takahiro, con Aikawa. Había decidido cambiar su enfoque y sacarle provecho pues si escribía sobre amor lo más probable es que no hubiera pasión en el trabajo, algo que era inaceptable.
Su mente se sentía incapaz de hacerle olvidar.
Había vuelto a beber con regularidad y se sentía un asco por ello.
— Sensei, ¿está seguro? Perderá muchos seguidores si cambia su estilo tan abruptamente— Aikawa intentaba hacer un esfuerzo vano por convencerlo.
— Mírame, Aikawa. Mírame y dime, ¿ves que pueda escribir sobre amor en éste momento? — Su tono era resignado y vacío. Tiempo atrás simplemente la habría mandado al demonio, pero su ira había sido sustituida por falta de entusiasmo y depresión.
— De acuerdo — Se rindió de inmediato. Ese no era el Usami Akihiko que ella conocía y se negaba a que publicara un romance sin carisma. Prefería que escribiera misterio, asesinatos o cualquier otra cosa mientras volvía a ser el mismo—. Trataré de convencer a mi jefe de que lo hagamos como usted quiere.
Aikawa se levantó y se dirigió a la puerta esquivando las botellas tiradas de bebida blanca. Miró al sensei y no pudo evitar notar lo demacrado que estaba. Su barba estaba crecida, sus cabellos desarreglados y el aroma a alcohol y tabaco se habían convertido en parte de su persona también. Sabía muy bien que Takahiro tenía algo que ver con el asunto, pero no tuvo el valor de averiguar qué había sucedido.
Se sentía impotente… Akihiko más allá de ser un gran dolor de cabeza, era un buen amigo. No podía negar que lo admiraba como escritor y lo apreciaba como persona… era odioso, sí, pero prefería eso a aquel intento de hombre.
*
Keiichi dejó a Misaki en la puerta de su casa y se fue. Era de noche. Era el tercer día de exámenes y quedaba el día siguiente para dar el último.
Para ingresar debían presentarse a cuatro módulos y según el puntaje entraban una cantidad de 500 estudiantes por año. Si de los ingresantes, alguno desaprobaba algún módulo, no podría cursar durante el año aquella cátedra ni las aledañas, hasta rendir ya fuere en la mesa de mitad de año o de fin de año, nuevamente el examen y aprobarla.
El sistema de examen era simple, aunque sonaba más complicado de lo que era en realidad.
—He vuelto— Entró a casa y se dirigió a la cocina. Allí lo encontró sentado, tomando un café y charlando con Kana. No le sorprendía, pues desde el anuncio público del matrimonio, se encontraban más seguido, ya fuere en su casa o sino Takahiro salía a quién sabe dónde y volvía cuando le daba ganas—. Solo me queda rendir un módulo más y esperar los resultados— le comentó a su hermano, sentándose frente a él y tomando una de las tostadas de su hermano.
—Felicidades, Misaki. ¿Eran muchos los que rendían?
— Sí, bastantes. Creería que alrededor de mil personas. Aunque solo entrará la mitad y dependiendo de la especialidad que se elija.
— Y tú, ¿Qué es lo que quieres estudiar? No me has dicho qué especialidad querrías.
— Creo que tomaré Ciencias Económicas…— dio una mordida a la tostada. Takahiro solo lo observó sorprendido, pues sabía del aparente desacuerdo que Misaki tenía con los números
—Oye, Misaki, que yo eligiera ese camino no ha afectado la situación, ¿cierto? — preguntó intuyendo algo extraño. Las mejillas de Misaki se tiñeron de rojo. Takahiro se sintió halagado y rió— No te sobre esfuerces si no es lo que te gusta.
— Me gusta— cortó tajante—. Estoy algo cansado, iré a mi cuarto a dormir un poco.
— Espera— le llamó—. Tengo algo que decirte, Misaki. Kana y yo, en realidad. Siéntate.
—… — Misaki analizó el rostro de Takahiro. Era algo serio— ¿Ha muerto alguien?
— Siéntate— repitió—. Es mejor si conversamos.
Aunque hubiera preferido retirarse a dormir, se sentó, obedeciendo a su hermano.
— ¿Entonces…?
— Me han ascendido de puesto a supervisor de área— Misaki abrió los ojos.
— ¡Felicidades! — Exclamó— ¡Hay que celebrar esto!
— Eso no es todo, déjame acabar— hizo una pequeña pausa y siguió—. El puesto que me han ofrecido es al norte, en Hokkaido. Es una sucursal grande y soy el que encabeza la lista de candidatos. Tengo un par de días para confirmar o rechazar la oferta, pero lo he hablado con Kana y creo que lo aceptaré. Es una oportunidad que no volverá a presentarse.
— ¿Eh? Pero… — “¿Y yo? ¿Dónde dormiré?”.
— Respecto a ti— no le dejó hablar—, quiero que decidas qué es lo que prefieres: quedarte en Tokio y estudiar en la universidad o venir conmigo y Kana a Hokkaido. Preferiría que vinieras conmigo, pero mientras más lo pienso, sé que no puedo obligarte. Ya has crecido, eres todo un hombre. Esto tendrá efecto en tu futuro por lo que debes de ser tú quien elija. ¿Quieres seguir aquí?
— Me quedaré— la respuesta fue clara, concisa y rápida. Misaki no tenía intenciones de dar marcha atrás en lo que quería.
— ¿Estás seguro?
— Sí. Quiero ir a la universidad. No puedo irme ahora que ya he rendido para Mitsuhashi.
— De acuerdo…— Takahiro se quedó preocupado, viéndolo levantarse y subir tranquilamente a su cuarto.
¿Podía tan fríamente decir que no a aquella propuesta y verlo irse? Luego de años de vivir juntos, ¿eso era todo? No podía serlo. Esperaba un ‘tal vez’, no un frío ‘no’.
“Joder… Quisiera que vinieses conmigo, Misaki. Quisiera darte aquello que nunca has conocido, el amor de vivir en una familia. Quisiera recompensar todo aquello que te he hecho sufrir. Pero ya has crecido, obviamente has dejado de necesitar a tu hermano, ¿cierto?”
*
Misaki lloraba desconsoladamente en el interior de su cuarto, apoyado en la puerta. “Nii-san… ¿me dejarás? No quiero que te vayas, pero no puedo dejar mis estudios”. Había dado todo de sí para entrar a Mitsuhashi. No era que amara ese lugar, pero le tenía un aprecio distinto. No le gustaba ninguna carrera en particular, pero era ese lugar el que su hermano había tenido que dejar para poder mantenerlo.
Hacía tiempo había decidido el devolverle el favor, y en ello incluía el hacer aquello que él nunca pudo, que era acabar la carrera. Tenía que hacerlo y mostrarle que sus esfuerzos habían dado fruto, que habían sido útiles y que él apreciaba todo lo que él le había dado. “Es ridículo, pero tengo que quedarme. Quisiera ir, realmente lo desearía hacer, pero no puedo ser una carga toda tu vida”.
Se sobó los mocos y se tiró en la cama. No podía dejar de llorar por la partida de su hermano. “Quiero verle feliz junto a su mujer. Merece eso. Pero que yo viva con ellos está fuera de cuestión. ¿Qué clase de recién casados convive con un muchacho de diecinueve años?”
El cansancio comenzó a sobreponerse a sus lágrimas y sin notarlo le venció el sueño.
Durmió con la luz prendida y las ropas puestas.
****
Las piernas de Misaki temblaban conforme se acercaba al tablón de anuncios. ¿Entraría? ¿Estaría fuera?
Había una cantidad de estudiantes descomunal que entraban y salían. Algunos reían y otros lloraban. Él, ¿cuál de los dos sería?
Su pulso se aceleró y casi podía oír su corazón.
Las listas de no aceptados era aún más larga que la de ingresantes. Y había una pequeña cantidad en lista de espera.
Comenzó a buscar en la lista de no ingresantes, desde el último al primero.
— Takahashi… Takahashi… — Murmuraba mientras sus ojos leían uno por uno los nombres. Ya iba por la segunda hoja— Takahashi… Takahashi… Taka… — Casi se le detiene el corazón— ¿Takahashi Toriko? No, diablos, casi— Suspiró aliviado—. Takahashi… Takahashi…— Se le iluminaron los ojos al no encontrar en los no aceptados su propio nombre.
Tomó coraje y siguió por la lista de espera. Ésta era mucho más corta y rápidamente notó que tampoco estaba allí.
>> Takahashi… Takahashi…— Subió por la de ingresados— ¡Takahashi Misaki! ¡Sí! ¡Joder, sí! ¡Entré! — Gritó, exaltado de la felicidad. Comenzó a comprobar sus notas en los cuatro exámenes. Eran en su mayoría aceptables, incluso se podía decir que dos de ellas eran notar altas- claramente matemáticas había sido un poquito más de la media-, salvo una, mucho más baja: Artes literarias, gramática y ortografía.
Misaki había jurado que ese examen era de los mejores que había hecho, pero ciertamente el profesor no lo había considerado así. Tendría que volver a rendirlo a mitad de año.
“¿Cómo he entrado si no he aprobado ese examen?, se cuestionó, considerando la cantidad de alumnos que rendían.
“Veré los resultados de los demás. Es extraño”. Dicho y hecho, comenzó a ver las notas de otras personas y descubrió que si bien no había aprobado, a comparación de la mayoría, su nota era bastante alta. “Joder, el profesor ha de ser un demonio. Es imposible que todos estemos tan mal en literatura”.
Tomó aire, destensó el cuerpo y se estiró. Se corrió de donde estaba, pues otras personas lo empujaban para poder ver ellos mismos, y salió con una sonrisa en el rostro.
Era un peso menos sobre su cuerpo.
Le encantaba el lugar, era amplio y tenía una variedad de selectivas importante. Le habría gustado recorrer el lugar para evitar perderse en el futuro, pero no tenía tiempo que desperdiciar. Miró el reloj y se apuró en salir del gran complejo.
— ¡Tsk! — rechistó— Debo ir por el traje a la modista.
“Joder, sé que soy pequeño, pero ¡es lamentable tener que modificar un traje porque es muy ancho! Es decir, ¡soy japonés! ¡El promedio japonés es delgado!”, se quejaba mentalmente. Era capaz de tener esas pequeñas rabietas ya que no tenía que preocuparse de si entraría o no a la universidad.
Tenía 25 minutos de caminata para llegar al centro de la ciudad y tenía que estar en solo 15. Sabiendo eso, había llevado la bicicleta, que ya tanto se había acostumbrado a usar para evitar amontonamientos. Si bien ya podía tomar el metro, seguía sintiendo cierta aberración a estar cerca de otras personas.
Se montó a la misma y comenzó a andar camino al centro.
“Nii-san adelantará el casamiento para irse de luna de miel y volver para la mudanza… No puedo creer que esté sucediendo.”, esquivó un bache y dobló. Quedaban pocas cuadras por lo que aceleró su paso. “Me quedaré solo en esa casa. Tengo miedo, pero no puedo admitirlo. El no tiene porqué quedarse y perder sus oportunidades por mi culpa. Ya mucho ha hecho por mí.”
*
— Akihiko salió de viaje, ya que al parecer lo quieren premiar. No volverá a tiempo…— comentó Takahiro con tristeza.
—O sea que no estará en la boda— Misaki ocultó su alegría y reprimió el sentimiento de venganza. Pero le costaba. Deseaba tanto verle sufrir lo que él mismo había sufrido, por mucho que estuviera en contra del ojo por ojo, que incluso quiso que fuera para ver con sus ojos el casamiento. “¡Basta!”, se dijo a sí mismo. “Es amor unilateral, no algo de lo que deba burlarme”. Intentó sentir compasión, pero no era honesto—. Pero siendo como es te ha pagado la luna de miel. ¿A dónde les compró los pasajes y estadía?
— Te queda bien el traje — sonrió, acomodándole la corbata—. Creo que a Europa.
— ¡Vaya! ¿Quién no quisiera un amigo así? — comentó asombrado—. Europa… Suena genial. Espero que disfruten mucho— sonrió—. Oh, y no solo usen la habitación del hotel que a Europa no se va todos los días.
— ¡Misaki! — Se escandalizó Takahiro, ruborizándose—. ¿Desde cuándo…? — Se frotó el puente de la nariz—. Lo siento, por momentos olvido que ya no eres un niño.
— No lo soy, y seré tu padrino, testigo o como se le diga — sonrió
— Corrijo, aún eres un niño con momentos de madurez.
— ¡Hey!
*
— ¿Acepta usted, Takahashi Takahiro, a Mio Kanae como su esposa? ¿…Para acompañarla en la salud y en la enfermedad, en los buenos tiempos y en aquellos de dificultad, para amarla y respetarla hasta que la muerte los separe?
— Acepto— Pocas veces Takahiro era serio y dejaba su ingenuidad e infantilismo de lado por completo, pero Misaki lo veía como todo un hombre. Un hombre muy feliz.
El tiempo había pasado rápido, cómo una ráfaga, y sin notarlo, el verano estaba llegando a su fin, junto con las vacaciones. Pero los días en Tokio, aún en los últimos días de verano eran calurosos.
La iglesia era una construcción reciente pero que tenía un diseño tradicional y poco pretencioso. Estaba en las afueras de la ciudad, lejos del alboroto y cerca del campo.
— ¿Y usted, Mio Kanae, acepta a Takahashi Takahiro para amarlo y respetarlo en las buenas y malas, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?
— Acepto— Kana sonrió. Se veía muy hermosa con el largo vestido blanco que llevaba.
“Lo admito, hermano, es una buena mujer. Cuídala, se feliz a su lado”, Misaki sonreía por ver a su hermano. Quería tanto a ese hombre que le preocupaba que alguna mujer lo llevara a la discordia, pero Kana le daba confianza. Se podía ver a leguas que sus ojos solo lo seguían a Takahiro. Pocas parejas tenían la estabilidad de esos dos.
—Puede besar a la novia — Takahiro y Kana tuvieron un pequeño beso simbólico y luego Misaki se acercó—. Es hora del intercambio de las alianzas. — Le entregó una caja en la que habían dos anillos de oro que tenían grabada la fecha y las iniciales de ambos en el lado interno.
Al momento de colocarle el anillo en la mano, Takahiro comenzó a decir sus votos matrimoniales.
— Mio Kanae, mi Kana, mi querida esposa: Se que tal vez sea difícil convivir con un niño como yo, que el trabajo y mis obligaciones nos alejen, pero quiero decirte y hacer constante que haré hasta lo imposible por estar a tu lado, por apoyarte y cumplir tus caprichos. Que cada vez que haya tristeza, intentaré alegrarte. Que te seré fiel y te amaré siempre. Incluso te daré los niños que quieras, todo lo que te haga feliz. Porque a partir de hoy seré tu amigo, compañero y esposo de toda la vida. — Kana dejó caer un par de lágrimas de la emoción y se aclaró la garganta, sabiendo que era su turno de hablar.
— Takahashi Takahiro, mi niño y esposo: Hemos vivido muchas situaciones, subidas y bajadas. Te he apoyado todo lo que he podido, y tú has hecho lo mismo por mí. He vivido toda la vida esperando encontrar un hombre ideal, y sin darme cuenta ese hombre apareció en mi vida e hizo cambios que nunca creí que haría. Has sido tú y solo tú quien me ha hecho quien soy, y estoy orgullosa de poder ser tu esposa a partir de hoy. Prometo hacerte feliz, serte fiel y darte muchos niños y niñas. Cuidaré de ti y seré tu apoyo. Seré tu esposa y tu amiga. Prometo sacarte una sonrisa en los momentos de tristeza y ayudarte en tus dificultades. Por eso, te amaré hasta que la muerte nos separe.
Misaki estaba ciertamente conmovido. La pareja tenía una atmósfera acaramelada en la que no daba cabida a nadie más.
Se besaron una vez más, de un modo mucho más atrevido y pasional que antes, pues se habían dejado llevar por el momento. Cuando se dieron cuenta de la situación, Kana descubrió que sus mejillas estaban completamente ruborizadas.
La ceremonia prosiguió y culminó de buen modo.
Keiichi y Hana habían sido invitados por Misaki, ya que de parte de la familia Takahashi no había nadie. Mayormente eran parientes de Kana o compañeros de trabajo y amigos de ambos. Se sintió mal por Takahiro, ya que aparte de él, la única persona que él quería que estuviese presente no estaba.
“Maldita sea, de un modo u otro ese hombre me lleva a pensar en él”, se regañó mentalmente.
— Hana-chan, te pediré un favor— miró a la chica de cabello negro oscuro.
— ¿Sí? — Hana veía con regularidad a Misaki y tenían una relación bastante amigable. Ella había notado los ojitos que hacía Keiichi cada vez que lo veía y le daba un poco de gracia, pero le apoyaba ya que Misaki le parecía una elección excelente. ¿Quién no lo querría como cuñado?
—Hana-chan, mi hermano cree que salimos. No preguntes porqué, pero ¿puedes ayudarme a fingir? — Le rogó—. El nunca te ha visto pero insiste en que quiere que te presente. Por favor. Por favor. Por favor.
— ¿Sabe mi hermano sobre esto?
— ¡Es él quien me ha metido en éste aprieto! — Hanabi se sorprendió un poco
— De acuerdo— Si su hermano la había usado aún a pesar de que preferiría ser él quien aparentase ser la pareja del chico, es porque era necesario.
— ¿Sí? ¡Bien! Ven conmigo— arrastró a la chica junto con él.
— ¿Ahora?
— ¿Cuándo sino?
— Ah, bien… de acuerdo… vamos… ¿No podrías al menos decirlo antes? No estoy preparada mentalmente para esto
— No te preocupes que ya suenas como una novia — rió.
Keiichi los miraba desde lo lejos. Se había levantado al baño y los había visto desaparecer cuando regresaba. “¿Qué diablos se traen éstos dos? Bueno, sé que Hanabi no hará nada con él. Debería dejar de preocuparme tanto”, se sentó nuevamente en la mesa.
“Ese bastardo no ha venido. ¡Me siento estafado cada vez que pienso en ese hombre! ¿Cómo pudo gustarme? Por sus libros parecería un tipo apuesto, sensible, racional, centrado, organizado y amable. De eso solo ha sacado la apariencia con la que engaña al resto del mundo, pero después ¡es un hijo de puta!”, tomó un poco del trago largo que Misaki había preparado.
Se levantó y comenzó a recorrer el salón con la copa en la mano. Inexorablemente se acercó a donde Misaki había ido. No escuchaba lo que decían por la música, pero se veía que Takahiro estaba contentísimo de conocer a Hanabi. “Oh, con que es eso.”, no tardó en deducir lo que había sucedido y, a pesar de que sabía que era necesario, sintió celos de su hermanita.
Un tanto resentido, comenzó a mirar a los chicos y chicas de aquella fiesta.
Alguno que otro le parecían atractivos, pero la fiesta era más bien pequeña y no sabía si sería adecuado intentar buscar un desfogue solo por despeche. “A la mierda, ¡soy un hombre! ¡Misaki no es mi pareja, no debería estar preocupándome de si puedo o no acostarme con alguien!”.
A lo lejos encontró a una chica menuda y con ojos oscuros pero penetrantes. Su cabello era castaño oscuro, como el de Misaki y su piel era tersa y blanca. “¿Una chica con traje?”, cuando se acercó aún más descubrió que si bien su rostro era delicado, su cuerpo era alto y esbelto. Era un hombre hermoso, no más que Misaki, pero llamaba la atención de un modo distinto.
Tenía los ojos delineados por lo que su mirada destacaba aún más. “Es una diva”, pensó. “Una diva muy sexy”, una sonrisa se formó en su rostro.
*
Misaki mantenía una sonrisa falsa en su rostro. No era difícil aparentar, llevaba practicando aquello por un buen tiempo y cada día lo hacía mejor.
A pesar de la alegría por la fiesta, estaba algo melancólico
—Gracias, Hana-chan— le tendió un vaso de sake a la chica y se sentó a su lado—. Me has salvado. Tú y tu hermano me han ayudado incontables veces desde que los he conocido— sonrió amargamente.
—De nada, de nada— era el segundo vaso de sake y comenzaba a sonrojarse y hablar más rápido. Era un poco gracioso, pero Misaki no parecía notarlo—. A cambio-o-o— alargó la última sílaba—… hmm— pareció pensárselo un poco—… a cambio invita a nii-chan a una cita. Sé que eso es lo que quiere. Eso o preséntame a un hermano, primo, tío sexi como Takahiro y seré feliz— rió y Misaki le acompaño sin responder a aquello.
Evadió aquella petición tomando un sorbo de sake y dejándose absorber por el ambiente de la fiesta.
“Le gusto… él ya lo había dicho cuando lo conocí, pero creí que era una broma. Mierda. ¿Cómo puedo rechazarle sin herirle? Le estimo mucho para perderle”, suspiró y tomó otro vaso. Un poco por él, un poco por su hermano, un poco porque comenzaría a vivir solo…
“Joder, como odio esa casa.”
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