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11 enero 2015

Cadáver exquisito 1.2


                                                          

Cadáver exquisito - Parte 2-



Nekohive
Mickey daba cabezadas, tenía sueño, no había dejado de manejar en casi dos días enteros y ver a Sasa dormir hacia que el deseará lo mismo. Era un lío. Si se detenía ahora podrían ser encontrados y si no lo hacia podría matar a ambos de un accidente.
Rento un motel del amor, pues era el único cerca. La habitación era grande, una cama espaciosa, frente a la cama un espejo del tamaño de la pared, un baño espacioso. No estaba mal.
-Sasa, tomaré un baño y después dormiré- sasahara sólo asintió y seguía mirando el lugar y cada uno de sus detalles.
El agua caliente hacia descansar su espalda, suspiraba de alivio y de la nada escucho la puerta abrirse, miro en la dirección y era Sasahara desnudo.
-¡¿Q...que haces...?!-dijo mickey alarmado, ante esto Sasahara puso su dedo índice en la boca del mayor.
-No me he bañado, quiero descansar con mi persona favorita. Quiero estar contigo el tiempo que no pude.- le dio un corto beso y Mickey se encargo de profundizarlo.
Ahí estaban ambos, bajo la apetecible agua, devorandose, abrazándose, tocándose. Sin separar el beso se dirigieron a la cama, mojándola debido a su salida repentina del agua. Las manos de mickey jugaban con todo el cuerpo de Sasahara.
-¿E...estas seguro de esto Sasa?- dijo jadeante.
-Hazme tuyo, sólo tuyo y no dejes que nadie me arrebate de ti..., quítame la marca de ese cerdo...- en lo último casi se le quiebra la voz pero mickey le callo con un beso.
Apasionantes besos y mordidas, voces desesperadas, mordidas de pasión, tacto de fuego puro, buenos movimientos de pelvis, fluidos mezclándose. Esa noche no podía ser olvidada.
Al día siguiente un fuerte ruido sonó en pasillo logrando despertar a Mickey. Habían voces y fuertes y furiosas pisadas.
-Están aquí, los quiero con vida ¡CON VIDA!- Era la voz de Cherlion.
-¡Sasahara, despierta! Cherlion esta aquí...- antes de que dijera algo le cubrió la boca.- la ventana....

Mely
Los pasos se escuchaban más cercanos. -por la ventana - susurró Sasahara y Mickey hizo caso abriendo la ventana despacio. - tú primero Sasa - le dijo el joven enamorado decidido a proteger a su amor.
Ambos logran escapar sin ser escuchados, Mickey tomó algunas pocas prendras y salieron rumbo a la siguiente ruta cruzando un descampado. Había un par de auto estacionados y Mickey rápidamente abrió la puerta de uno de ellos. Sasahara lo vio algo sorprendido.-aunque aun estoy falto de memoria.... Yo no sabia que podías hacer eso Mick. - dice aun observando como enciende el auto.-No te preocupes. En verdad es la primera vez que me ves hacerlo. -le responde haciendo arrancar el auto...-listo...sube Sasa-le indicó apresurado. Sasahara subió algo inseguro sobre el asunto pero aun sabiendo que era la única forma de escapar de ese doctor y de Sora. Rumbo a un nuevo destino se pierden en la oscuridad de la ruta.

Patiky
Mickey conducía con gran velocidad; su único pensamiento en ése momento era alejarse nuevamente lo más que se pudiese de aquél horroroso lugar.
Tenía que alejar a Sasahara, tenía que protegerlo, no tenía intenciones de perderlo una vez más. No quería sentir ése vacío otra vez, quería
sentirse completo, y lo necesitaba a él, porque lo de Mickey no era obsesión, era amor puro, amor sincero.

Sasahara se sentía igual, pese a que aún no lo recordaba todo, estaba seguro que el hombre a su lado era una persona sumamente importante y
necesaria en su vida. Estaba seguro de sus sentimientos, ya no había duda de que estaba enamorado, y eso le había quedado claro con el acto
se le formase en sus labios, mientras un sonrojo hacía posesión de sus mejillas. Recordar el acontecimiento anterior le aumentó su ritmo
que la noche anterior habían consumado. No era el momento, pues se supone estaban huyendo, pero no pudo evitar el que una traviesa sonrisa
más íntima. Y no se arrepentía por nada.

cardíaco, tal vez no había sido el momento apropiado, pero ciertamente se había sentido necesitado por estar conectado a Mickey, de una manera
Por otro lado, Mickey, al notar que ya se habían alejado lo suficiente, fue bajando la velocidad, yendo ahora a una normal, tampoco quería

disminuir demasiado, no quería arriesgarse a que los alcanzarán.

- Oye, Sasa... - Murmuró sin voltear a verle, estando pendiente en el trayecto.
- ¿Sí? - El aludido al escuchar su llamado, volteó la mirada hacia Mickey, mirándole con curiosidad en el rostro.
- Estaba pensando que... - Dudó unos momentos antes de continuar. Lo que pasaba por su mente ahora, era el cambiarse de país, pero no sería
posible, pues no tenía ninguna documentación perteneciente a Sasahara, todo se había quedado en el departamento, aún así, si recibía una
decidió continua. - Lo correcto sería irnos de aquí, del país. Aún no tengo ninguno en mente, pero, tengo el dinero suficiente para mantenernos
respuesta positiva, se encargaría de llamar a uno de sus amigos cercanos para que le llevase lo necesario. Saliendo de sus pensamientos,
por un par de meses


Nekohive

La verdad no era mala idea, pero Sasa sabía que Cherlione pagaría lo que fuera por encontrarlos así fuera en el fin de mundo, no pudo evitar imaginar el resto de su vida huyendo como criminales, una semana en Rusia y a la otra en Baja California. .., todo aquello le dejaba exhausto de solo pensarlo. ¿Que hacer en algo así?

-La verdad Mickey es que temo mucho por ambos, al parecer este loco no nos dejará en paz, aun si...- Toco su propio pecho con suavidad- Aun si Sora muere el se encargaría de matarnos a nosotros también. .. El irnos no es mala idea pero jamas tendremos un hogar...- dijo en tristeza.
Mickey pudo reflexionar el punto de Sasahara , era cierto, demasiado cierto. Cada uno de esos puntos le partía el corazón y mente. Miro al borde de las lágrimas a Sasahara.
-Tu eres mi hogar Sasa...- miro al camino para evitar tragedias. -El tiempo que estuviste lejos me sentí perdido,solo..., sin hogar..., me he mudado 5 veces en un año...y una noche contigo me basto para encontrarme -
Sasahara soltaba lágrimas y suaves suspiros de tristeza, puso su mano sobre la de Mickey y susurro.
-Si tengo que escapar hasta mi muerte que sea contigo...Mickey. ..-

Nekohive

Todo parecía que marcharía bien, se detenían pocas veces para comprar algo de comer. Desde su último incidente en el motel decidieron que lo más idóneo sería esconder el auto entre árboles o estacionamientos y dormir dentro del auto, incómodos pero seguros, nunca recibieron un regaño...
Fueron 3 días de la misma rutina. Sasahara recordaba ya más cosas y no solía olvidar nada ya, todo les hacia felices a ambos, mientras estuvieran con el otro todo sería perfecto.
-Oye Mickey...- dijo Sasahara mientras veía por la ventana.
-Dime, amor.- Suspiro tranquilo.
-Deberíamos ducharnos, ya lo extraño...- lo miro.
-Tienes razón, creo que hay unas regaderas cerca y de paso podríamos comer o que limpien el auto...- dijo lanzando una mirada rápida a la parte de atrás, en la cual había basura de.todo tipo. Sasahara miro la basura y sonrió avergonzado.
Donde supuestamente se obtendrían a bañarse estaba a un lado de ellos, Mickey bajo la velocidad para dirigirse al sitio, sin embargo sus ojos captaron algo que le hicieron acelerar y pasar de largo.
-¡Amor, lo pasaste...!- dijo algo alterado Sasahara.
Parecía que Mickey había visto un fantasma, agarraba con fuerza el volante y el.sudor le caía como lluvia.
-E...están ahí...- dijo para finalmente tragar saliva.
Mely

"Cherlione buscaba exahustivamente y sin descanzo -puedes esconderte....pero te encontraré......-se dijo a si mismo el obsesivo doctor- Sora....-susurró con expresión dolida. Haciendo una seña a sus ayudantes todos salieron en formacion y continuaron la ruta. ... Kilometros mas adelante. Mickey y Sasahara mantenían un ritmo acelerado. La preocupación los mantenía alertas. Mickey observó una salida de la ruta y la siguió sin dudarlo- recuerdo...que cerca de esa montaña hay una cabaña abandonada. -explicó a Sasa con firme resolución. -nos esconderemos allí. Sasahara asintió con la cabeza comprendiendo que era la única solución por el momento.-*nos encontrará*- dijo una voz en la cabeza de Sasahara Llegando a tal lugar, un sitio en abandono.-parece que nadie ah venido en mucho tiempo-dijo Sasahara observando con atención los alrededores. -si jeje nos tomó unas horas pero este lugar es seguro. Hay un rió cerca así que podremos calentar agua.-dijo inspeccionando la cabaña que aun mantenía baldes de lata y otras cosas útiles aunque no lujosas. Sasahara se mantenía quieto aun pensativo en esa voz en su mente."

Nekohive
Mientras tanto a tan sólo unos kilómetros estaba Cherlion, se había dejado la barba de sus intensas noches de insomnio, eran tan intensas que ni si quiera estaba consciente de el día o los días que había pasado. Una de las enfermeras le llamó exasperante.

-Primero tienes que calmarte Ashley- dijo en un suspiro el doctor.

-"Sasahara...el y Sora... , debido a que le hemos creado un vacío a Sasahara para la entrada de Sora es lo mismo con el. Es decir..., si Sora muere... el vacío de Sasahara lo matará por igual.."- dijo la voz femenina atraves de la bocina del viejo teléfono.

-Dime algo que no sepa, ¡Estúpida, eso ya lo se! No te pago para que me repitas lo que se. Investiga su ubicación.- colgó de golpe.

Con una mano se hecho el grasoso cabello hacia atrás; Mickey y Sasahara no eran los únicos faltantes de agua y jabón.
En pleno silencio algo se le ocurrió al retorcido doctor. Llamó rápido a su asistente enfermera: Ashley.

-Hay que amenazar al chico-. Dijo el

-"¿Qué..?"-

-Así como oyes, encuentra al super héroe ese, enviaremos una carta explicando que Sasahara morirá con el tiempo si no toma a Sora como relleno de ese vacío. Es como una enfermedad crónica-.

-"....."- la chica no respondía.

-¿Has escuchado?-


-....Sí, enseguida-

05 noviembre 2013

Destino enadenado - Capitulo XIII

 


 
Destino enadenado
Autor: hanachan
hanachan en: Mundoyaoi Y Amor-yaoi

 
 
Capítulo 13
Cruzar límites
***
 



Akihiko miraba complacido el avance que llevaba. Aunque el proyecto que Aikawa le había dado no era malo… no le convencía del todo.
Prefería hacer una historia en la que el seducido, el atrapado era el principal. Luego de vivir siendo él quien mandaba, quien iba de cama en cama, ser atrapado por un hombre que le dejaría encerrado en una burbuja. Descubrir que éste mismo hombre por el que comenzaba a sentir afecto, le había contagiado una enfermedad venérea y, descubrir que la había contraído por encamarse con otros a su espalda. Probablemente la traición de su pareja le pesaría tanto que consideraría suicidarse, pero la venganza le parecía dulce y tentadora. Finalmente, al último, darse cuenta que no había sido más que un delirio. Una confusión. Que quien había contagiado a su pareja había sido él. Que aquellos con los que supuestamente le engañaba no eran más que amigos con los que salía eventualmente, sin intenciones de por medio, que, nuevamente, todo era una alucinación suya. Que le había matado sin darse cuenta que el único que había llevado a la pareja a la destrucción había sido pura y exclusivamente él. Y por último, riéndose de su propia estupidez, de la vida de mierda y de lo irónico que había resultado todo, culminaría con el suicidio del hombre, un tanto loco, perdido, demente.
Sí. Eso le gustaba mucho más.
Akihiko se encerró casi tres días completos en los que apenas y salía.
Su teclado echaba chispas a cada tic. Sus dedos se movían inquietos sobre éste y las palabras cobraban sentido en la pantalla del ordenador.
Aikawa había pasado a darle una visita al ver que Akihiko no contestaba y le había encontrado más concentrado que nunca. No había tenido el valor de interrumpirle, por lo que se había ido pronto.
De Misaki no había tenido noticias. No tenía tiempo de pensar en él. No cuando esa verborrea de palabras parecía aparecer como magia tras sus párpados.
No había mucho amor en la historia, solo sexo y un falso sentimiento que podía pretender ser amor, pero no lo era. Y finalmente era capaz de escribir sobre algo así sin hacerlo vacío. No. Por el contrario. Era muy vivo, demasiado.
Había drama y romance también, pero mientras más lo pensaba, le era imposible definir la historia como homoerótica, por más que lo fuera.
Casi podía sentir la locura del hombre consumirle a él mismo.
El tiempo avanzó. Día, noche. Solo lo diferenciaba cundo salía por comida o por necesidades fisiológicas.
Y como cada que empezaba a marearse del hambre, salió y encontró al lado del microondas un plato preparado. Estaba tibio. “Se ha ido hace poco… ¿seguirá enojado?”
Había estado tan sumido en su trabajo que no tenía idea de si volvía a la noche o quedaba en otros lados.
“Ya es grande, sabe cuidarse”.
Calentó su plato y volvió a encerrarse en el estudio, cerrando una gran puerta de madera tras de sí. Allí donde el tiempo dejaba de ser significativo.
****
“— Sempai…— Keiichi había atendido una llamada a las 3 de la madrugada. De no haber sido Misaki quien llamaba, habría colgado. No, aún siendo Misaki podría haber colgado— Se…sempai…”
La voz de Misaki era un sollozo. Uno muy penoso, casi descontrolado. Había hipidos, sonidos que pretendían formar palabras.
Keiichi se asustó y no tardó en despabilarse del todo.
— ¿Takahashi-kun? ¿Qué sucede? ¿Estás bien? ¿Dónde estás? — Lo arrolló a preguntas
— Estoy bien— se sorbió los mocos y aclaró la garganta para hablar—. ¿Puedes venir adonde estoy? Ven. Te necesito aquí…— aquello era una súplica lastimera.
—Claro que puedo, solo dime dónde.
— Estoy en el Ritz Hotel, habitación 906 en la calle…— no pudo terminar de hablar que Keiichi le interrumpió
— Se donde es, ahí voy—colgó y salió con una musculosa blanca –su pijama-, el primer vaquero que encontró –un poco grande y caído-, y unas zapatillas sin cordones- lo más rápido de calzar-.
El tráfico era casi nulo, pues solo unos cuantos se aventuraban por esas calles a la madrugada. Aunque era viernes, por lo que la zona cercana al hotel, a varios antros, discos y algún que otro motel- todos exclusivos, pues la zona era costosa-, estaba mucho más llena.
Condujo como un loco, aprovechando que nadie lo pararía.
Aparcó el auto en una zona segura y comenzó a caminar en dirección al Ritz. “¿Qué diablos hace Misaki en un hotel de clase alta?”
Entró y los guardias quisieron detenerlo por sus fachas.
— Cuidado a quien tocas o te quedas sin trabajo. Soy un Sumi, y el dueño me conoce muy bien— El renombre de su apellido era útil, aunque odiaba usarlo, si su amigo estaba en un aprieto, a la mierda su orgullo.
— Oh, lo siento, señor. Creí que…
— Basta. Mi amigo se hospeda aquí y vengo de visita— se sacó de encima a los tipos y al recepcionista que parecía querer disculparse por el atrevimiento de los guardias al querer sacarlo, pero los corrió. — Estoy ocupado, señores. Es importante. Veremos asuntos diplomáticos en otro momento.
Ni bien logró escabullirse a la habitación, entró sin llamar.
Había olor a perfume de mujer. Le recordaba mucho al que su hermana usaba… algo así como ‘Hypnotic Poison’ o algo por el estilo.
En el centro de la habitación estaba Misaki sentado sobre una cama de dos plazas.
Le desconcertó verle de aquel modo. Recordaba algo semejante en tiempos pasados, pero creía que ya no… que no estaba tan afectado. Pero esta vez, ¿era por Usami o por su madre? Quería respuestas, pero seguía avanzando a tientas.
Se acercó a él, pero Misaki no parecía notarle a él, ni a nadie. Lloraba, temblaba. Estaba ido. Parecía sumido en un mundo de tinieblas y pesadillas, distante a cualquier realidad, pasada o presente.
— Takahashi-kun— su voz fue un susurro que no logró traerle de vuelta de aquel mundo lejano—. Takahashi-kun— volvió a llamarle, dando otro paso. Veía sus ojos rojos mirar a la nada. No lo cubría. Lágrimas caían por ambas mejillas. Era desolador y atemorizante.
Apoyó su mano. Misaki giró, sobresaltado y comenzó a gritar.
Se sintió aturdido, asustado. Misaki lo revoleo…
— ¡No! ¡Vete! ¡VETE! ¡NO! ¡NO ME TOQUES! — iba subiendo el tono. Comenzó a arrojar almohadones-lo único a ano en ese momento-.
Keiichi estaba en el suelo. El estruendo había sido impactante, pero Misaki estaba allí… luchando contra un ser invisible.
Tomó aire y se paró una vez más. Con calma, preparado para su reacción se acercó.
— Takahashi-kun…no, Misaki… Misaki, cálmate. Prometo que no te heriré. Sabes que no lo haré— susurraba. Apoyó su mano sobre su hombro suavemente. Un contacto casi inexistente.
Fue la lentitud y la paciencia que Keiichi tenía lo que lograron acallar los gritos y calmar los movimientos bruscos. Le tomó 10 minutos lograr eso- en los que recibió más de un golpe-, pero era un progreso.
>> Así es, Misaki, no te haré daño. Te quiero demasiado como para herirte…— solo en sus ataques se permitía confesarse tan abiertamente.
Le tomó otros cinco minutos que el llanto cesara, y para ese punto había logrado que el contacto con solo su hombro se convirtiera en un ligero abrazo.
Le sostenía, pues se había dormido del cansancio de tanto llorar.
“Tercera vez. Joder, Misaki, ¿cómo quieres que no me preocupe por ti si cada que me descuido pasa esto? ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Cómo puedo ayudarte?”, Keiichi se sentía impotente. Le amaba y no podía besarle aunque era lo que más deseaba. Le ayudaba, le perseguía, le mostraba de mil y un formas su afecto… pero Misaki, solo no lo veía. Parecía no interesarle, y eso, lejos de irritarle, le cansaba.
Estaba hartándose de aquella situación.
*
— ¡Al fin despiertas! Creí que habías muerto— Misaki estaba aturdido. Estaba en una habitación que no conocía, pero esa voz era demasiado familiar.
Al lado de su cuerpo, en la misma cama que él estaba su sempai, y muy extrañamente no le incomodaba.
Le tomó un minuto completo caer en cuenta de por qué era así.
Había pasado solo un par de horas desde que le había llamado para que le auxiliara, por lo que el efecto del alcohol aún afectaba su cuerpo.
— Lo siento…
— ¿Eso es lo único que me dirás? ¿Lo siento? — no estaba enojado pero necesitaba más que solo eso. — Planeaba darte tiempo para que sacaras el tema luego, pero tu abriste la puerta— su rostro se volvió serio—. Dime, ¿qué sucedió, Takahashi-kun? — Era algo frívolo, pero dolía tener que volver a llamarle por su apellido.
—…— Misaki se sorprendió por ese hablar casi agresivo pero puntual. Lo reconsideró—. Es justo. Te lo diré…
— Te escucho
—Aún estoy algo bebido, pero recuerdo vagamente las cosas— se excusó para luego proseguir—. Anteayer vagué fuera de casa todo el día y dormí en un hotel barato porque no quería volver con el idiota de Usami. Había estado haciendo eso por unos cuantos días ya, y ayer hice casi lo mismo, salvo que quería divertirme. Estaba resentido con ese bastardo por tratarme como a un muñeco. Quería follar— aquellas palabras fueron duras para Keiichi, pero le siguió escuchando, aunque deseara decirle que si eso necesitaba… él también podría dárselo—. Quería borrar esos recuerdos acostándome con una mujer… Y casi lo hacía.
Aquello fue aún más duro para Keiichi. Se sentó a su lado le abrazó, solo para que de ese modo no notara su rostro contraído por el dolor.
—Sigue
— Una mujer de dinero, esas que tienen apariencia de diva y van bailando con maritinis por las pistas… hicimos buena conexión –no me preguntes cómo ni porqué- y, de un modo u otro terminamos en un hotel…— Suspiró—. Mentiría si dijera que me gustaba más que solo por su cuerpo, pero no pude llegar a nada. No solo no pude… ya sabes… levantarla, sino que cuando intentó quitarme el pantalón comencé a marearme y a sudar frío. Luego todo se volvió confuso, por lo que no recuerdo nada. Solo sé que le gritaba que se fuera. Ella me llamó loco, estaba hecha una fiera. Me arrojó su tacón, incluso, y no sé de cómo no me golpeó. Luego... luego estaba histérico. Te llamé de la desesperación… era como estar en un borrón. Algo que era distante y a la vez cercano a este mundo. — Parecía ponerse más y más tenso conforme avanzaba en la historia, pero Keiichi le detuvo.
—Es suficiente. No necesito saber más— no era necesario fingir. Estaba aliviado de que estaba bien en general, que solo era otra faceta de su paranoia. Una de las tantas secuelas que había tenido.
—Gracias— Misaki se dejó abrazar. Reconocía ese perfume varonil del que incluso el mismo Keiichi era inconsciente, le relajaba. Era muy distinto abrazar a Keiichi. Era un abrazo desesperado. Necesitado.
Misaki había comenzado a desarrollar una dependencia por Keiichi de la que no tenía idea. Una que superaba a la que tenía por su hermano. Una que lo arrastraba a él cada que necesitaba una mano, y que comenzaba a aparecer más frecuentemente.
De no ser porque le parecía cómica la idea, tal vez lo hubiera considerado. De no ser que había sido un hombre el que le había hecho sufrir lo que ahora sufría, tal vez habría notado con más rapidez que su amistad con Keiichi era distinta a cualquier tipo de amistad previa. Que incluso sus sentimientos por éste no eran tan simples como aquellos por los de solo un amigo. O un mejor amigo. ¿Amor? Probablemente uno muy fraternal. ¿Cariño? Sí. ¿Apego? Sí. ¿Atracción? …
Pero aun no podía saberlo. ¿Cómo podría?
Se aferró más a su cuerpo y notó el abrasador retumbar del corazón ajeno. Era acelerado, errático, casi como el suyo propio, aunque por razones muy distintas. Un sonido que lo ayudó a sentirse relajado.
Keiichi miró a través de esos ojos verdes. Eran profundos, líquidos, como piscinas en las que adoraba sumergirse. Cristalinos. Hermosos, como todo en él.
¿Podía seguir aguantando más? No quería. Estar con él o dejarlo ir, no tenía valor para ninguna de las dos.
— ¿Esa mujer te besó? —preguntó, casi sonaba inocente, mera curiosidad.
— Si... —confesó sin pudor.
— ¿Eso no te asustó?
—… — Misaki esta vez sí tenía vergüenza de afirmarlo, pero Keiichi lo leyó en su actuar.
— Y aún así seguiste…— eso era una reprimenda.
— Creí que solo eran nervios— intentó defenderse— pero… — suspiró— no debería haberlo hecho. Me siento sucio. Asqueroso. Como… ya sabes. Eso.
— ¿Puedo limpiarte de lo que te ha hecho? — preguntó. Misaki le miró confundido y sin entenderle.
Era algo que sonaba estúpido hasta en sus propios oídos, pero Keiichi no estaba lo suficientemente ávido como para pensar correctamente.
— ¿A qué te ref…? — los labios de Keiichi se apoyaron sobre los suyos. Fue un contacto ligero, como cuando comenzaba a tranquilizarlo.
Misaki estaba perplejo, pero no había rechazo. No por algo tan leve. Sabía que Keiichi sentía una atracción por él… incluso había pensado maneras de rechazarle alegando que solo era un amigo, pero ahora sentía esos pensamientos muy lejanos. Simplemente no podía alejarle.
Keiichi se acercó hasta que quedara una distancia ínfima.
— ¿Quieres intentar? —susurró. Sus ojos eran candentes, pasionales. Atravesaban la mirada esmeralda del chico. Le decían sin palabras lo que siempre utilizaba para consolarle, esa frase que siempre repetía: ‘te quiero, te quiero y no te heriré’.
Aquello que Misaki siempre había creído, que había aceptado.
No era algo extraño… ¿pero podía? ¿No acababa de sufrir por una intentona que había resultado en fracaso?
“Se suponía que debía decir: no, lo siento. Se suponía que iba a dejar claro el límite, pero me veo a mí mismo empujándolo aún más lejos. ¿Qué diablos…? No lo sé. Pero ya no puedo ser indiferente a esto. Ni él, ni yo.”, Misaki acortó la distancia hasta volverla nula. Sintió la rugosidad de sus labios, un poco secos, blandos y con un sabor que no podía identificar.
Keiichi no pudo apreciarlo del todo antes de que acabara y Misaki se volviera a alejar. Un pequeño roce, corto, sutil e increíblemente significante.
—Ahora no… No creo que pueda con ello— había pena en sus ojos, tan transparentes como siempre. Estaba calmado a pesar del contacto, pero temía volver a ese mundo irreal. Nunca había tenido tanto miedo del contacto como hasta entonces, y no era algo que le gustara repetir.
— No me refería a ahora solamente— Keiichi sonrió —. Si hay algo que no me falta es paciencia, Takahashi-kun.
****
Era temprano en la mañana y Misaki estaba frustrado. Se hallaba sentado en una cama de hotel, con el cuerpo de Keiichi a un lado, perdido en quien sabe qué y mirando a la nada.
Llevaba en la misma posición unos buenos veinte minutos.
El sol entraba de lleno por las rendijas de las persianas a medio cerrar, pero no era tan molesto como para que se levantara. Estaba muy adormilado para eso. Además, había descubierto algo que le resultaba increíblemente sorprendente. Incluso se sentía idiota por no haberlo notado antes.
Desde ese día sus deseos carnales se habían reducido insólitamente a ninguno. ¡Era un adolescente por dios santo! ¿Era normal? Había rehuido del asunto desde ese entonces, pero cuando había intentado hacerle cara, había fracasado estrepitosamente.
No es que no pudiera apreciar la sensualidad femenina, o el erotismo masculino- en el que recientemente había despertado un interés, y no gracias a Akihiko precisamente-; pero empezaba a sentir el sexo como algo surrealista.
Antes se masturbaba regularmente, ya fuere por costumbre o porque en serio estaba urgido, pero era una rutina… pero parecía haberla perdido. Y sabía que eso no era nada sano. ¿Se estaba volviendo un viejo?
Tal vez ese episodio de pánico tuviera algo que ver, pero prefería creer que estaba envejeciendo joven antes que aceptar que el problema era más profundo que solo eso.
Había estado cavilando tanto tiempo en eso que había dejado de lado una parte importante de las cosas en las que se veía obligado a pensar, Sumi-sempai.
La charla seria no había ido a más. Ambos habían comenzado a divagar sobre cualquier cosa y, le agradeció internamente por no presionarle con el tema. En un punto, alrededor de las 6 a.m. ambos habían caído rendidos ante el sueño.
Probablemente habían pasado unas cuatro horas desde entonces, y probablemente deberían de dejar el hotel en menos de una hora, pero Keiichi parecía muerto del sueño. Tal vez podía hacer el esfuerzo y sacrificar un poco de dinero para pagar un día más. ¡Pero, joder, que era el Ritz! ¿De dónde sacaría ese dinero?
“Quiera o no, ya es hora de levantarnos. Mierda. Odio las mañanas”. Lentamente iba volviendo a la realidad y dejando sus dudas para otros momentos.
Sempai…— Murmuró moviéndolo suavemente del hombro. No hubo reacción— Sumi-sempai… — le volvió a llamar, ésta vez un poco más brusco.
— Hmnn… luz… mierda…— Entre sonidos ininteligibles solo distinguió aquellos quejidos. Keiichi tampoco parecía con ánimos de levantarse, pero notarse en otra cama y al lado de Misaki pareció despertarle del todo.
Parpadeó un par de veces hasta que finalmente se convenció. No era un sueño. Misaki estaba frente a él.
— Buenos días, sempai— saludó.
— Buenos… buenos días— Misaki estaba incómodo por aquella mirada, pues Keiichi no actuaba del modo en que él creía que lo haría. Para empezar, esperaba un saludo distinto. Y que lo esperara no era precisamente bueno. O tal vez sí. Ya no podía decir que era un viejo sin deseos, ¿verdad?
— ¿Dormiste bien?
— Sí. Tuve un buen sueño…
— Oh…
— Sí. Aunque no estoy muy seguro de si fue o no un sueño— Keiichi tenía dudas, y tal vez así las aclarara. Había soñado miles de veces que besaba a Misaki, más de las que podía contar. Y no siempre eran solo besos. Pero era la primera vez que luego de soñarlo, amanecía a su lado, por lo que la posibilidad de que no fuera un sueño solamente… “¡Joder! ¿Por qué no lo recuerdo claro?”
Depende, ¿de qué iba el sueño? — Misaki sintió nervios y un poco de vergüenza.
—… — Decirlo, repentinamente no parecía tan simple. El valor ya no lo ayudaba, se había esfumado. Se aclaró la garganta y esquivó su mirada, con una timidez impropia en él—. ¿He hecho o dicho algo que te apene o incomode?
Oh…— Misaki calló. Un silencio incómodo reinó—. ¿Lo olvidaste? — Extrañamente, Misaki se sintió dolido, principalmente en su orgullo.
— En realidad no lo sé. Creo saber o que pasó, pero es… demasiado extraño. Dime, Takahashi-kun— volvía a sentirse como el mismo, sin tantas trabas en la lengua—, ¿te besé anoche?
A pesar de la vergüenza, Misaki asintió. Keiichi le miraba fijo, asimilando su respuesta. Cuando finalmente lo aceptó, dio un paso. Luego otro. Quedó tan cerca de él que podía oler el característico aroma de cualquier persona luego de ir a un pub o disco, cigarrillo, alcohol y quien sabía qué más. Pero no reparó en ello.
Una sonrisa adornaba su rostro. “Es real”.
Sus brazos rodearon a Misaki. Éste se asustó por lo brusco del movimiento, pero luego se destensó. Conocía esos brazos demasiado bien para sentir temor.
— Te quiero— soltó, aunque Misaki ya lo sabía. Se había hecho a la idea, pero siempre había esquivado hábilmente ese punto en su relación con Keiichi que resultaba confusa; y ahora más que nunca. Ya no había escapatoria—. Te quiero, Takahashi-kun. Aunque no quiero que me respondas ahora, porque… no me siento listo. Es egoísta, pero prefiero que lo pienses. Que pienses en mí y estés seguro.
— Tampoco tendría una respuesta si me la pidieras ahora— contestó con firmeza en la voz. Tanto coraje en Keiichi le había contagiado—. Sempai, me gusta. Aunque no estoy seguro de si sea igual a lo que usted dice, ni tampoco si… esté listo. Pero… — nuevamente su voz flaqueaba. Quería decir algo vergonzoso. Se alejó un poco del cuerpo de Keiichi para verle los ojos y reunir fuerzas.
Lamentablemente el intento fue fallido, pues éstos le amedrentaron aún más.
— ¿Pero…? Dime. Con eso que has dicho me has dado las alegrías suficientes para un año, pero si hay algo más, me gustaría saberlo— Keiichi quería seguir estrujándolo contra su cuerpo, pero eso le impedía ver las lindas caras que ponía al pensar tanto.
— Que si… — cerró los ojos un segundo e inhaló profundo y exhaló, para luego hablar atropelladamente—… si quiere, podemos comenzar de a poco— se acercó y robó una caricia de sus labios. Más que un beso, fue un choque, uno de los más dulces— algo así, tal vez... Y si no entendió, se jode, no repetiré eso— sus mejillas estaban algo coloradas y miraba a otro lado. Se había alejado del todo, con un puchero y los brazos cruzados, mirando a otro lado.
“Vamos, idiota, no te quedes duro. Responde. Responde. Muévete. ¡Haz algo!”, Keiichi hablaba consigo mismo. Le era difícil creer que era real. “Juro que algo malo hay de haber en eso. ¿Es posible que sea cierto? Realmente, ya me es suficiente con estar en este punto, pero si permito que esto siga tal vez no haya retorno”, dudaba. Increíblemente, aunque era lo que más había deseado, ahora dudaba.
— Vaya— “Maldita sea, ¿me he vuelto retrasado? Di algo genial e inteligente, no solo ‘vaya’” —. Creo que… podría acostumbrarme— sonrió.
“No. Creo que he rebasado ese punto. Pase lo que pase de ahora en más puede hacerme el hombre más feliz o el más desdichado del mundo. Y tengo confianza en Misaki… no me herirá, ¿cierto?”, Keiichi volvió a abrazarle, mucho más suave y tiernamente. “¡A la mierda! Puedo sobrevivir sin una respuesta”. Misaki solo se dejó hacer, sintiendo la calidez del cuerpo contrario. Era cómodo allí. Se sentía seguro.
Un principio era un principio- sería un camino largo, cuesta arriba, ambos lo sabían-, pero ese era el de ellos.

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Continuación

Cap 13

Destino enadenado - Capitulo XII

 
 
Destino enadenado

Autor: hanachan
hanachan en: Mundoyaoi Y Amor-yaoi

 




Capítulo 12
 
Convivencia
****
Cogió un impermeable, pues la lluvia caía incesante, cada vez más fuerte como pequeñas agujas que se clavaban una a una en la piel y se desvanecían para caer como meras gotas al deslizarse por la piel. Podía ser una sensación tanto placentera como desagradable. Pero más allá de eso, el problema era el susurrante viento que, junto con la humedad, causaba una sensación mucho más fría.
Y aquello era solo un indicio de que pronto comenzaría las clases en Mitsuhashi, junto con la finalización de ese largo verano.
Nueva universidad, nuevos amigos… nuevo hogar.
Suspiró, aún sin entender porque obedecía a ese hombre. Llevaba en una mano una valija con lo indispensable y un poco más.
Torció el gesto, poco convencido de estar en sus cabales. Pero, ¿qué podía hacer?
Callado, subió al coche, sin hacer comentario, sin mirarle y evitando recordar que aquel había sido el mismo hombre que le había humillado. Si lo pensaba, probablemente caería en una crisis nerviosa de la que dudaba poder salir.
Era la primera vez que estaba en un auto de ese calibre y estaba lo suficientemente ido como para no poder apremiarlo. Tampoco estaba en un humor como para poder hacerlo.
Tragó fuerte, despertando inevitablemente de su ensoñación. Tenía el edificio en frente suyo.
“Maldita sea, recuerdo tan bien este lugar”. Hubiera preferido olvidar todo, pero el lugar le era demasiado familiar a su memoria.
Y tal vez el recuerdo tan fresco le reavivó la llama del temor- eso o que estaba a poco de entrar a la guarida del lobo-, porque sus piernas comenzaron a temblar. Se sentía flácido y sin fuerzas para avanzar un paso. Una opresión lo siguió. Su corazón se aceleró. La vista se le dificultó y unas ganas de llorar se atoraron en su garganta. Quiso gritar y huir, pero no logro que sus pies reaccionaran. “No puedo. No puedo. No puedo.”
— Vamos, enano. Quieras o no, al menos debes fingir que vives allí. Entra y llama a tu hermano desde el teléfono fijo para que vea mi número en el identificador — Akihiko se bajó y pasó frente a él.
— ¡!…— Misaki se estremeció sobresaltado, pero no hizo sonido alguno.
Sus pupilas estaban dilatadas y el sudor había comenzado a perlar su frente.
Era muy claro para cualquiera que tenía miedo, uno que no se atrevía a enfrentar.
Akihiko le ignoró, resoplando. Entró al ascensor dejando a Misaki detrás.
“¿Te quedarás aquí por siempre? Vamos, ese hijo de puta no… no lo hará de nuevo”, en realidad no había certeza absoluta, pero de todos modos estaba allí.
Solo una cosa logró calmarle: ni bien hiciera esa llamada diciendo que viviría allí- una verdad a medias-, se piraría directo hacia la casa de Sempai. No tenía por qué estar tiempo con ese tipo, solo fingir estarlo. Y de paso se libraba de esa casa. Aunque no lo dijera en voz alta, no lo comentara, le traía aún peores recuerdos que los que Akihiko le traía.
—Vamos, inútil. ¿Qué te tomó tanto tiempo? — preguntó mordaz, ni bien Misaki entró al ascensor.
— Vete a la mierda.
Ambos bajaron en el último piso, el cual requería una lave especial, por tener el acceso directo al hall del pent-house, aunque para las visitas, éste hall servía como un comunicante a la puerta principal. Por lo general la misma no llevaba llave, pero cuando viajaba o necesitaba de privacidad exclusiva- a la que ni Aikawa podía irrumpir-, solía cerrar la puerta.
Misaki descubrió a primeras y antes de entrar que había porteros que comunicaban a la entrada en planta baja, al hall-solo por si acaso-y, al ascensor por todas las habitaciones para mayor comodidad.
Inhaló una gran bocanada de aire, como si de éste modo juntara valor para enfrentar lo que venía. Giro la perilla, y la puerta se abrió. Tras la puerta, que no tenía llave, Misaki encontró un escenario que nunca había imaginado encontrar. Él ya había estado en aquel lugar antes, ya se había asombrado por su gran tamaño, por la excentricidad de su dueño al poseer juguetes de infantes- tales como osos, trenes, conejos-. Recordaba desorden, incluso un poco de suciedad… pero esto superaba sus expectativas.
A pesar de ser el mismo lugar, éste era completamente distinto, algo faltaba, la atmósfera era aún más bizarra, y el olor que destilaba el lugar no le pasó desapercibido al menor. “¿E-es alcohólico?” Las botellas de whisky y vodka esparcidas por el suelo fueron su respuesta. Al acercarse, no sin miedo, al lugar donde se encontraba su casero también encontró el cenicero lleno de colillas de cigarrillos. “Es como si hubiera fumado alrededor de dos cajas completas…”.
Pasaron unos segundos de mutismo, en los cuales Akihiko entró como si nada, ausente, ignorando aquel desquicio y siguiendo su camino al estudio, dejándole en la entrada.
“Joder, que se ve demacrado, pero no para tanto. ¿Le habrá afectado a tal punto el casamiento?”, Misaki recorrió rápidamente el salón principal, el comedor y el living. Pr el camino no encontró más que cosas rotas, más botellas de bebida blanca vacías y un par de frascos de Valium y Vicodin. “El también tiene sus pastillas de la felicidad”. Eso le hizo recordar que, por más malnacido que fuera, aún era un humano.
Si su trabajo a partir de ese entonces era el de limpiar los desastres en esa casa, pues no lo tendría fácil
No supo si fue el ver el caos o el ver aquel lugar diferente a lo que esperaba el que lo calmó. O quizás creyó que Akihiko estaba lo suficientemente destruido emocionalmente como arruinarlo a él.
Sus temblores cesaron, su respiración se calmó, pero la inquietud seguía allí y no parecía marcharse pronto.
*
Ni bien habló con su hermano, ordenó el lugar y preparó algo para ese tipo, se dirigió a la puerta.
El trabajo había sido largo y cansado, pero había acabado con la peor parte.
Solo quería dormir, pero eso era imposible en un lugar como aquel. No había demorado en acudir a Keiichi por asilo y éste había aceptado…Aunque si era sincero con sí mismo, casi y lo prefería a su casa.
— Espera— Akihiko le llamó. Notó en sus ojos violáceos, de ese color extraño que parecía derretido y casi líquido dentro de sus pupilas que, en el fondo había algo semejante al arrepentimiento. Algo que según sus cálculos, Usami no sentía. —Esto es tuyo. Te lo devuelvo.
— ¿Qu…? — Le había devuelto una billetera, la suya. Esa que había perdido aquel fatídico día y la cual había dado por extraviada y sin retorno. La miró, con deseos de arrojársela a la cara. — Oh.
No hubo ningún ‘gracias’. Akihiko no los esperaba. Solo sonrió al ver la perpleja mueca con el seño fruncido en aquel rostro aniñado.
— Disfruta la noche en casa de tu novia — Comentó, con burla.
— Iré con sempai, no con Hana. No es apropiado a estas horas estar con una jovencita — respondió serio—. Aunque usted no es el adecuado cuando se habla de moral, ¿cierto? — Sonrió, estaba tenso, pero pronto se iría.
— Vete de una vez antes que te eche—murmuró dando una vuelta.
—Con gusto— se marchó dando un sonoro portazo
“¿Qué diablos en ese mocoso me calienta tanto? Es un maldito petulante”
****
Increíblemente la instalación del chico en su hogar no había sido ni por asomo lo compleja que había creído que sería. Había apostado que el chico no lo resistiría, aunque para su desgracia seguía allí.
O tal vez su fortuna.
Por primera vez en mucho, mucho, realmente MUCHO tiempo había logrado ver su casa impecable de lado a rabo. Y en mucho tiempo no había tenido tanta cantidad de ropa limpia a la vez, toda planchada y perfumada, como para no poder decidir que usar.
De su presencia no tenía noticias, porque limpiaba y se iba. Era más discreto que cualquier empresa de limpieza que había contratado hasta entonces, y eso que vivía allí.
O vivía a medias. Dejaba comida para que calentara en microondas, pero incluso recalentada sabía mejor que mucha comida de restaurants famosos a los que había ido.
Si tenía que reconocer algo es que ese mocoso tenía un talento único para ser encargado del hogar.
Había pensado que el que se volviera un poco menos que invisible sería suficiente, pero la situación en la que se encontraban le molestaba más de lo que le agradaba.
Y como cada que algo iba mal, Aikawa apareció para joderle aún más el humor.
¡Wow! — Miraba escandalizada el departamento— ¡Wow! —Era lo único que la había escuchado decir.
— Sí, ‘Wow, wow’. Creí que una editora era mejor que solo unos monosílabos. —siempre con sus comentarios, Aikawa ya estaba vacunada contra ellos
— Así que al fin me hiciste caso y contrataste un servicio de limpieza como te recomendé.
—Algo así…
—Y te afeitaste
—Sí
— Y ya no apestas a alcohol
— Ajá.
— Y…
— ¡Ya basta! ¡Se que estaba una mierda, pero déjame superar mi crisis sin criticarme!
Aikawa no se inmutó. Estaba contenta por él. De un modo u otro había vuelto a ser el famoso escritor Usami Akihiko. Y no el pordiosero que hacía menos de una semana actuaba como su cliente.
Probablemente estaba a leguas de escribir romance en el futuro cercano, pero… algo había cambiado. Para mejor
Sensei… He recibido un nuevo proyecto, aunque no para ‘Usami’ estrictamente hablando. Una novela BL. Sus seguidores empiezan a inquietarse en ese ámbito… Al menos déjeme decirle de que trata.
—… No pierdas mi tiempo y ve al grano—Aikawa nuevamente sintió alivio por no haber sido rechazada de antemano.
— Bien, es simple. Ya que no quiere hablar sobre romances acaramelados y eso, me pareció que ésta podría funcionar. Trata sobre el amor carnal: el sexo y el amor por separado. Básicamente es la historia de un pobre infeliz que vive una vida de excesos, enamoramientos rápidos, alcohol, sexo casual. Conoce a un hombre de éste modo, pero no logra seducirlo y se engatusa con la idea de tener lo que quiere. Trabaja solo para sobrevivir como un abogado de mala monta. Cuando comienza a enamorar al tipo y las cosas se vuelven candentes, comienzan los problemas. Luego de una vida como la suya, descubre que uno de sus tantos revolcones le ha contagiado el VIH. No hay final, pero dependería de ti si prefieres hacerlo tragedia dramática o tragedia romántica. O si un milagro sucede y alguien descubre la cura al SIDA. Pero me pareció adecuada… ¿Qué te parece?
— Abordar el SIDA es escabroso y complicado, aunque me vendría bien algo trágico. Sensual, pero trabajado y con drama. Creo… que no es imposible— No era un sí, pero en su mente Akihiko ya había armado segmentos de la historia conforme imaginaba.
Aikawa no daba crédito a lo que oía. El había dicho que sí, aunque hacía solo unos días había rechazado de lleno cualquier BL, trágico, o no.
>> Sin embargo, se ve que están ansiosos… Por lo general solo me das un tema con el cual explayarme, no una historia prácticamente armada.
— Sobre eso, bueno, no hay nada dicho. Si no te convence puedes armar tú la historia… — Aikawa se vio obligada a decir aquello, aunque si en manos de Akihiko quedaba, probablemente no lo haría y ya.
Akihiko pareció considerarlo por un tiempo y luego asintió con la cabeza.
— No. Me gusta la idea, aunque le haré los cambios que me plazcan.
Aikawa aceptó, sonriente. Ese era el mejor trato que podía conseguir e esos instantes. “¿Qué diablos lo ha cambiado? Se ve que aún está jodido por dentro, pero ha vuelto a ser igual de orgulloso que antes.”
*
Llevaba un tiempo entre sus idas y venidas desde la casa de Usami hasta la de Keiichi. Se le había vuelto un hábito, aunque sabía que no podía durar eternamente.
Lentamente iban aumentando las horas que pasaba en el apartamento y reduciéndose las que estaba con Keiichi. No porque éste le hubiera echado ni mucho menos, pero sabía que no podía depender de su hospitalidad.
— Takahashi-kun, sé que no puedes vivir con ese tipo— en la voz de Keiichi se sentía el rencor—, pero mañana estaré muy ocupado. Creo que deberías ir con alguien más por un par de días.
— Oh… sí. Lo siento— aquello fue como un balde para Misaki. No tenía dónde caer parado—.
— Oye, mírame— “mierda, lo he preocupado”, de ser por Keiichi, lo dejaría vivir en su propia casa. En su cuarto de ser necesario. O en su cama incluso—. Estarás bien, ¿cierto?
—…— “Ya va siendo hora de que enfrente mis problemas sin atar a los demás…”, Misaki lo tomó como una señal. Una que prefería, tardara un poco más. “No puedo dejar a sempai ocuparse de éste asunto como si el problema fuera de él y no mío”, Misaki levantó en alto la cabeza y sonrió. — Ve. No es nada. Ya estoy grande, aunque te cueste recordarlo.
— Nos vemos, entonces— le abrazó.
Esos momentos eran los únicos en los que le tocaba. Y le sabían a poco, luego de verle irse.
Joder, que necesitaba otra desfogada y pronto.
*
— He vuelto— se anunció ni bien entrar, aunque por la hora, usualmente Akihiko estaba encerrado en su estudio.
Caminó pesadamente. Saber que tendría que estar todo el día allí le cansaba mentalmente. Tendría que dormir allí por primera vez desde que se había visto obligado a mudarse.
Aunque admitía algo, dejar esa casa vieja y con malos recuerdos le había liberado de un peso que ni el mismo había notado que cargaba.
Pero para su sorpresa, sí había gente allí. En la mesa del living Akihiko y una mujer que no había visto antes estaban sentados, hablando. O mejor dicho discutiendo acaloradamente.
De ese tipo se había esperado muchas cosas, pero no que llevara a una mujer a su departamento.
Mucho menos a una tan guapa.
Hacía mucho que no analizaba a una mujer, pero saltaba a la vista de cualquiera. Tenía pestañas largas, piel clara y ojos grandes. Labios finos y cabello rojizo, probablemente teñido, pero de un tono que le sentaba bien. El maquillaje era ligero aunque adecuado.
Llevaba una falda diez centímetros arriba de la rodilla y tacos de plataforma, ambos turquesa, y una camisa blanca con vuelos. Color bien elegido por el contraste con su cabello.
Su cuerpo era delgado, pero con piernas dignas de ser admiradas.
Debía tener veintitantos.
Y junto a Akihiko hacían un cuadro extraño en el que ambos podrían encajar sin desentonar.
Sin embargo sintió pena por la pobre mujer. Alguien como Akihiko era mejor perderlo que encontrarlo.
— Lamento la interrupción— se disculpó. Fue entonces que el par lo notó. Akihiko se veía perplejo. Prácticamente no lo había visto desde su llegada. “Aunque ese era el plan, idiota”. Aikawa por otro lado estaba sorprendida y los ojos le brillaban. Una sonrisa casi imperceptible se formó, una que solo Akihiko entendería, pero éste no tenía ojos para ella.
— Oh, no te preocupes. Soy la editora de esa cosa— le señaló—. Aikawa Erika— le tendió la mano.
— Takahashi Misaki, un gusto— se presentó, dándole la mano. No le daba mala impresión. Incluso le parecía atractiva, aunque cuando dijo ‘editora’ sus ideas previas se esfumaron— Y, de un modo muy trágico y lamentable he terminado viviendo con esa cosa— contestó refiriéndose a Akihiko del mismo modo en que Aikawa lo había hecho.
Éste pareció reaccionar con ese apelativo.
—Cuida tus palabras mocoso que puedo sacarte de pataditas a la calle si me provocas.
— Quisiera ver como lo arreglarías luego con nii-san— sonrió. Ese era el punto débil de ambos, y la palabra mágica para que ambos dejaran de discutir. Cada que uno lo mencionaba, las palabras cesaban y ambos se mordían la lengua, por más respuestas mordaces que tuvieran. Por más que era un punto de conflicto, también era el único método de hallar paz.
— Un segundo, un segundo— Aikawa les interrumpió—. ¿Eres tú el hermanito de Takahiro?
— ¿Conoce a mi hermano?
—Claro. Era uno de los mejores- “y pocos”- amigos de Usami-sensei. Nos llevábamos bien, aunque hace mucho que no le veo.
— Oh, ya veo— De algún modo es tranquilizó más a Misaki. Esa mujer no podía ser igual de mala que Akihiko solo por estar con él ¿cierto?
— Oye, oye. Que tengo trabajo— cortó Akihiko al ver que la charla se alargaba—. Ve a prepararme comida, mocoso. Y no algo recalentado— recalcó.
— Un segundo…— Aikawa susurró a Akihiko, parecía procesar esas palabras. Cuando Misaki desapareció en la cocina, enfurruñado, Aikawa prosiguió—. Entonces él es quien limpia, cocina, lava, plancha y encima vive aquí, ¿o me equivoco?
— Algo así…
— ¿Empleado cama adentro? ¿A su edad? — Akihiko la conocía. Sabía que era un lobo en piel de cordero. Sabía que probablemente Misaki había sido engañado por la fachada de esa mujer, pero él sabía- y qué bien lo sabía- que la sonrisa que tenía estaba lejos de ser solo por amabilidad.
— Borra esa sonrisa de tu rostro que sé lo que piensas, demonio malvado— le cortó tajante—. Es el hermano de Takahiro. Es un mocoso insolente. No, no y no.
—Pero te gusta, ¿o me equivoco?
— ¿Qué diablos te hace creer eso?
— Que no lo ignoras. Que te ves decente otra vez. — “Que puedes hablar sobre BL sin saltar sobre alguien”, iba a agregar, pero lo guardó para sí—. Además, es una monada el ‘mocoso’, como tú le dices. —sonrió—. Y por mucho que digas odiarle, has de haberlo notado, ¿o no?
— Tú sabes que no puedo ver a otros hombres. No comiences con eso, que conoces bien la historia — murmuró, un tanto sombrío.
Aikawa suspiró. Sabía cuando dejar de insistir, y ese era el momento.
Sin embargo su intuición le decía que tanto arreglo, que esa repentina mejora y su nuevo entusiasmo tenía que estar conectado en algún punto al nuevo empleado.
****
La noche había sido larga, muy larga.
El temor le había impedido cerrar los ojos y sus sentidos estaban alera a cualquier indicio de pasos acercándose a la puerta.
Misaki pasó su primera noche en vela en el pent-house, intranquilo y con mucho miedo.
Pero en ningún momento oyó nada más que ruido desde el living, el estudio y aún más alejado, del dormitorio de Akihiko.
Tal vez y solo tal vez, en verdad estaba a salvo. Tal vez ya no lo volvería a tocar, pero era muy pronto para confiar.
Como no tenía nada que hacer ese día, se arrojó en el sofá a ver televisión luego de preparar el desayuno para su casero.
Podía irse y vagar para evitarle, pero no lo hizo, y lamentó no haberlo hecho.
Nunca le había visto recién levantado, y no era algo a lo que le gustaría acostumbrarse; Akihiko se sentó en el desayunador casi por inercia. Se veía la fatiga en su rostro y su expresión era netamente huraña.
— Vaya, creí que nunca te vería en éste lugar. ¿Qué pasó? ¿Te echaron? ¿Cortaste con tu supuesta novia? ¿O ese sempai tuyo se cansó de estar célibe por culpa tuya? — Le miró despectivamente desde el asiento.
Misaki no se molestó en contestarle.
>> Parece que no estoy tan errado en que te echaron al menos— se llevó la taza a los labios, dio un sorbo a café amargo. Misaki quiso que se quemara y se le entumeciera la lengua para no poder hablar más, pero no sucedió—. ¿Cuándo comienzan tus clases?
— ¿Por qué lo preguntas? — Le extrañó el repentino interés.
— Necesitas transporte, ¿o no? — dijo, como si fuera lo más obvio del mundo.
— Tengo dos pies y puedo apañármelas bien con ellos.
— Le prometí a tu hermano cuidarte, te guste o no. No tienes voto en ello.
— No actúe como si le interesara si solo es un compromiso. No tiene porqué preocuparse por mí. Debería centrarse más en esa mujer bonita y dejar de joderme la existencia. No tengo porqué seguir su consejo.
— ¿Mujer bonita? ¿Ese demonio? ¡Ja! ¡Qué bien te tiene engañado, muchacho!— rió sin ninguna ironía, algo extraño en él. Cuando se calló, volvió a su expresión seria— Ten cuidado, que ella da más miedo de lo que crees. De bonita no tiene nada. Es más, te recomiendo que te alejes de ella y evites las charlas…— “Tanto por tu bien como por el mío. ¿Qué ideas son esas de que éste enano puede influenciarme?”, Akihiko prefería que ambos se apartaran y seguir con su vida.
—Todos los hombres dicen cosas parecidas de sus mujeres…
— ¿Mi mujer? ¿Eres idiota o sordo? Nunca, y repito, NUNCA saldría con una mujer. Y en el remoto caso de que sucediera, esa no sería ni por asomo Aikawa.
Misaki solo le miró de reojo, sin concentrarse mucho en lo que decía, seguía viendo la televisión.
— Bien, bien. Es homosexual perdido. No suena nuevo, aunque es poco creíble.
— ¿Quieres que lo demuestre o no has tenido suficiente? — sonrió, sabiendo que eso ahuyentaría al chico y le devolvería paz a su mañana.
Akihiko había estado molesto por no haberlo podido ver desde que el chico se había ‘mudado’ allí, pero ahora solo quería molestarlo hasta que llegara a su límite. Era muy entretenido. Y si no podía divertirse de otros modos, al menos joderle la existencia le consolaba.
— Muérase. No solo no me interesan los hombres, por sobre todo, no me interesa usted. Si tuviera que elegir a alguien, usted sería el último — Misaki, un tanto susceptible, había sentido recelo y temor. A Akihiko no le costaba más que dar unos pasos para alcanzarle, y estando como estaba, era claro que Misaki estaría en desventaja.
— Oh…— Akihiko notó aquel temor.
Lejos de culpa, sentía un poco de gracia. Parecía un cachorro que quería huir y no sabía por dónde. Su libido matutina estaba a pico, como de costumbre. Y aunque no fuere a poner mano en el chico, estaba calentándose. “Muy propio, Akihiko, muy propio”, se dijo a sí. “Es solo un mocoso, ya déjale”, una pequeña voz de la conciencia le decía que si solo convivían sin atropellos sus vidas serían más simples. “Vamos, campeón, que ya has estrenado su trasero, ¿qué más quieres? Déjale ser”, volvió su mirada al café y volvió a tomar otro sorbo. Y uno más.
Luego, se paró y caminó hasta donde Misaki estaba y acercó su rostro. El aroma del jabón, de su perfume y del café se arremolinaba en una mezcla extraña. El chico tragó en seco. Comenzó a temblar y la adrenalina le recorrió. Estaba dispuesto a comenzar a correr en cualquier momento.
Vio sus labios torcerse en una sonrisa sardónica. Le pareció extraño el no sentir el olor a cigarrillo, siempre presente en el hombre, pero supo que era temprano para eso.
Su mente trabajaba rápido, pero su cuerpo reaccionaba lento.
>> Vamos, que ni te he tocado. Aunque tus ojos parecen anticiparlo— rió—. ¿No lo has olvidado? ¿Quieres una disculpa? ¿O tal vez prefieres repetir? No te culparía si fuera lo último— Su ego había vuelto. Había vuelto a ser el Usami Akihiko de siempre, el bastardo arrogante. Lejos estaba el período en que el alcohol lo dominaba. Mas lejos aún el tiempo en el que el dolor lo abatía. Tan rápido como se había caído, había vuelto a ponerse en pie.
Era Usami Akihiko, y el casamiento del amor de su vida no había sido más que un acontecimiento triste. Uno que por fin había superado. Era Usami Akihiko, aquel que había amado a Takahashi Takahiro, y que probablemente le seguiría amando. Pero su historia con él acababa allí. El Usami Akihiko que el mundo conocía no se atascaba, no retrocedía ni miraba hacia atrás. Y él, finamente se sentía Usami Akihiko y no otro.
>> Sabes, siento mucho haberte tomado. — Su tono era casi creíble. Casi. De no ser porque sabía lo buen actor que ese hombre podía ser, Misaki habría caído — ¿Es eso lo que quieres oír? Pues sí. Lamento no haber hecho bien las cosas. No se suponía que acabara de aquel modo.
— Ah, ¿no? Entonces, ilumíneme. ¿Qué esperaba?
— Asustarte un poco y dejarte ir. Pero las cosas se fueron de mano… — fue sincero, pero Misaki no le creyó. — Si quieres saber la verdad, lo diré. — el castaño miró con mayor interés a su locutor. Una sonrisa divertida se formó en el rostro del escritor que parecía haber llegado a un acuerdo consigo mismo, un debate del que él no tenía idea — Estaba muy caliente, igual que ahora mismo — susurró, provocándole un escalofrío al chico.
Misaki le empujó con todas las fuerzas que pudo reunir y corrió hasta el hall, cerrando de un portazo la puerta.
— Maldito, le dije que no se me acerque— gritó, temblando. Estaba más que solo exaltado. Sentía que se derrumbaría y lloraría en cualquier momento. No podía aproximarse tanto al escritor, no con la guardia baja. Era peligroso tanto para su salud mental como para su integridad física. — ¿Qué lo lamenta? ¡Usted lo que lamenta es no tener un agujero para desahogar sus frustraciones! ¡Váyase a un puticlub si le falta follar!
El enojo le había hecho gritar. Se fue ni bien el ascensor llegó al piso, y Akihiko se dio por satisfecho al haber recuperado su tranquila mañana. Rió incluso. La situación le daba gracia. Ese enano debía tener mucha confianza para despotricar así.
Mejor. De ese modo no se aburriría pronto.
Pero algo era cierto, necesitaba desahogarse antes de arruinar la diversión y complicar las cosas. No quería volver a atacar al chico. No sin el consentimiento de éste al menos.
“Resulta extraño admitir ciertas cosas… pero, joder, si no lo admito me voy a enloquecer. Efectivamente, ese mocoso me prende. Por razones que ni yo mismo comprendo, pero lo hace”, se sentó a comer tranquilamente. “¿Por ser un Takahashi? ¿Por ser más chico? ¿Por estar apretado adentro? ¿Por ser un buen desahogo? No. No lo sé. Podría ser todo a la vez o ninguna de las opciones. Lo cierto es que el muy maldito me deja duro cada que me acerco más de la cuenta”. Terminó la comida y sirvió una taza más para llevar al estudio.
Su mente dejó de lado a Misaki por instantes y comenzó a pensar seriamente en su trabajo, su modo de aislarse de la realidad. Y aunque Akihiko pensó que pensar en el amor daría probablemente a algo infructífero, miles de ideas comenzaron a llenarle la mente.
Tenía una idea muy clara de lo que quería escribir. La historia no sería como Aikawa la pintaba, sería distinta. “Eso podría funcionar. Creo que… al fin y al cabo puedo hacerlo”. Se sintió bien poder encarar algo que había abandonado por su despeche.
¿Cómo había progresado esa etapa tan complicada a pasos agigantados?
Le importó poco en ese instante, pues corrió a encerrarse en su estudio, cerrando con un portazo casi tan fuerte como el de Misaki.
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Continuación

Cap 12
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